¿Cómo influye la vista en la conducción?
La vista, junto con la anticipación y el espacio, es uno de los elementos más importantes y necesarios en la conducción ya que saber actuar con seguridad y confianza en nosotros mismos para evitar cualquier peligro es, precisamente, una técnica de la conducción preventiva. De ahí, la importancia de tener una visión correcta a la hora de conducir para saber guiar la mirada y recoger toda la información necesaria, con independencia de las acciones de otros usuarios y estado de la vía con sus condiciones climatológicas.
Pues sin más preámbulos, hoy, hablaremos sobre cómo nos afecta la visión en la seguridad vial y conoceremos algunas técnicas de visión para conducir con seguridad.
Los efectos negativos de la visión
Ni que decir tiene que, la agudeza visual influye en la seguridad vial. Como ya sabemos, el conductor, debido a que la mayor parte de la información para la actividad de la conducción le llega por la vista, se ve obligado a realizar constantes esfuerzos para captar todo cuanto ocurre a su alrededor. También hay que añadir otros aspectos como son las distintas enfermedades o defectos oculares, como son los de refracción y reflexión de la luz que pueden surgir del parabrisas, del vapor de agua, de las diferentes capas de aire de distinta temperatura, embellecedores, etcétera.
Por otro lado, la conducción nocturna crea en todo conductor una miopía de una dioptría y si a ello le añadimos la fatiga por constante acomodación de la pupila, la tensión psíquica de querer ver lo que no se ve, de distinguir las sombras de los objetos (ya que no se distinguen los colores), el humo de los cigarrillos, la suciedad del parabrisas, los constantes cambios de luminosidad por los vehículos que circulan en sentido contrario, las marcas viales, etcétera…, llegamos a la conclusión de que el conductor tiene que terminar muy fatigado y que está soportando un nivel de riesgo muy alto.
La fatiga visual disminuye la capacidad del ojo para mantener la imagen en la retina y produce necesariamente errores en la percepción, que son: errores en la percepción de las distancias; falsa sensación de profundidad y errores en la apreciación de la velocidad; ilusiones de falso movimiento e interpretación errónea de forma y perspectiva; lentitud de la acomodación pupilar (por ejemplo, la entrada y salida de un túnel) y, por último, reducción de los contrastes, sobre todo, durante el amanecer y el atardecer.
Las técnicas de visión en la conducción preventiva
Como conductores tenemos unas limitaciones que requiere la conducción de vehículos a motor, sobre todo, cuando hablamos de velocidad. Si lo pensamos bien, la naturaleza sólo nos ha preparado para circular a 4 ó 5 km/h, que es la velocidad a la que camina una persona. Por tanto, si queremos conducir con seguridad un vehículo y evitar un posible siniestro vial tenemos que compensar estas limitaciones aplicando las siguientes técnicas:
El conductor debe mirar a lo lejos para tener anticipación y facilitar la toma de decisiones y respuesta. Es decir, no debemos mirar sólo el vehículo que nos precede sino, también, recoger la información del resto de elementos del tráfico rodado como, por ejemplo, señales, peatones, animales, construcciones de obra, etcétera…, con tiempo suficiente para poder analizarla y reaccionar adecuadamente.
Reconocer continuamente el entorno por donde circulamos para abarcar la visión lateral y periférica incluyendo los márgenes de la vía. Nuestra visión necesita un tiempo para poder analizar el entorno que nos rodea y como éste es muy cambiante debemos examinarlo constantemente, es decir, no bajar la guardia ante, por ejemplo, un peatón que pretende irrumpir por un lugar no habilitado, la apertura de una puerta de un vehículo estacionado, un vehículo de dos ruedas que nos adelanta por la derecha, etcétera…
Mirar por los retrovisores constantemente y no sólo al maniobrar para saber en todo momento lo que rodea a nuestro vehículo. La frecuencia con la que se mire por los retrovisores dependerá, evidentemente, del tipo de vía y la intensidad del tráfico pero se recomienda que la frecuencia mínima esté entre los cinco y diez segundos. Y, por supuesto, es imprescindible usar los retrovisores antes de cualquier maniobra y especialmente antes de frenar para evitar una posible colisión por alcance contra nosotros o indirectamente.
Girar la cabeza para controlar el ángulo muerto en maniobras o desplazamientos laterales como, por ejemplo, incorporaciones, cambios de carril, circulando por una glorieta circular, etcétera…, ya que con este comportamiento completamos la información que nos dan los retrovisores. Unos 45 grados de giro de cabeza son más que suficientes para completar esa visión que nos falta y evitar las colisiones laterales que ocasionan los ángulos muertos.
Para finalizar, a los mandos del vehículo, ¡abre tus ojos!. No esperes a que te caduque tu carnet de conducir para revisarte la visión y evita la conducción nocturna, sobre todo, si has sido operado recientemente de problemas visuales.